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EDITORIAL

Para elegir el camino del bien

El “dossier de investigación” con dramáticas historias de distintas formas de delinquir, narradas al LISTÍN por sus protagonistas, deja una estela de enseñanzas sobre la importancia de la educación en la prevención de los delitos.

Una de ellas, primordialísima, es la de que a nivel de la infancia y la adolescencia se debe trabajar más para inculcar valores éticos, morales y cristianos desde la familia, la escuela y la Iglesia.

Por ejemplo, que las escuelas impartan orientaciones y proyecten videos con ejemplos sobre qué les puede pasar a las personas que delinquen, con el mismo énfasis con que enseñan a cantar el Himno Nacional, conocer la vida de nuestros patricios y héroes, y amar y respetar los símbolos patrios.

El Gobierno debe invertir más en la raíz del problema y en la prevención porque, como decía uno de los presos entrevistados, hay más delincuentes afuera que adentro de las cárceles, unos activos, otros en potencia formándose.

La pobreza, la depresión, la soledad, el abandono, la carencia de amor y comprensión, la humillación, la falta de oportunidades, la exhibición de riquezas de otros, la ira, la envidia y la venganza, fueron razones que citaron los condenados como causas que los llevaron a delinquir.

Desde luego, la presencia de esos factores no justifi ca que cometan crímenes y delitos, pues muchas personas pasan o han pasado por esas situaciones y no han caído. Han aguantado fi rmemente, trabajan para conseguir lo que quieren honestamente.

En cuanto a la sexualidad, que se introduzca en las clases el tema de las violaciones sexuales en las clases, de manera que los muchachos entiendan claro qué es violar y abusar de otros y cuáles son sus múltiples y traumáticas consecuencias.

Hay que trabajar más el tema del control de las emociones y las decisiones que se van a tomar en un momento determinado, principalmente cuando les pasa por la cabeza la idea de robar, atracar, matar, vender o consumir drogas, o participar en estafas en los lugares de trabajo, sea en el sector público o en el privado.

Y para los jóvenes desorientados, este mensaje: No se desesperen. Hay dos caminos: el bien y el mal, y cada uno tiene sus glorias, sus resultados y castigos.

En el del bien el resultado puede ser tenerlo del todo con su propio esfuerzo y un poco de suerte, o no ser tan ricos como otros, pero felices conforme con lo que han conseguido.

En el del mal podrían disfrutar por un buen tiempo de los resultados de las fechorías, pero tarde o temprano la justicia terrenal o divina se las cobrarán y todo lo que han conseguido se volverá sal y agua, como confesaron varios de los condenados en sus testimonios para el LISTÍN.

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