La moda que “no pasa de moda”

En una era pletórica de “derechos” humanos, el tatuaje ha resultado ser una moda que se generaliza entre aquellos que sienten que, con su piel, pueden hacer todo lo que deseen o se les ocurra.

El tatuaje es lo que antes era el estigma, una marca hecha a hierro y fuego sobre la piel de los animales y de los esclavos, para reconocerlos, con la diferencia de que ahora se usan procedimientos menos brutales.

Es la moda que no pasa de moda, porque la marca es indeleble, perdurable, dificilísima de borrar, aun cuando lo intente el enamorado arrepentido que se labró el nombre de la amada en alguna parte de su cuerpo, en conmovedora prueba de amor eterno, y esta lo dejó.

No obstante el auge que ha tenido la aficción por el tatuaje entre hombres y mujeres dominicanos, es pertinente recordar lo que ya han dicho con frecuencia los médicos especialistas: que es arriesgado someterse a estos procedimientos en los que se inyectan tintas, pigmentos y colorantes, pues los usuarios pueden contraer hepatitis C y sufrir daños en el hígado.

Los tatuajes más comunes consisten en rostros humanos, esfinges, objetos diversos, paisajes, peces, culebras, hojas y flores y nombres personales que se estampan en la piel a base de unas inyecciones de colorantes que, de acuerdo con los médicos, pueden derivar en enfermedades infecciosas, reacciones alérgicas y daños al hígado con uno de sus virus más agresivos, el C.

Casi parejo con la moda de los tatuajes va la de los “piercings” o anillos metálicos en perforaciones que se aplican en las fosas nasales, en la lengua, los labios, orejas y otras partes del cuerpo, procedimiento sobre el que también los médicos advierten que puede acarrear problemas de cicatrización irregular o granulomatosis.

Pero así como nadie discute el “derecho” que tiene cualquiera de pintarrajearse el cuerpo, así nadie puede violentarle el “derecho” que tienen a contraer la hepatitis C y morirse, en consecuencia, por el mal uso de esta moda que no pasa de moda.