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Un fructífero cardenalato

En 35 años como Arzobispo Metropolitano de Santo Domingo, 25 de ellos ostentando la más alta dignidad eclesiástica en el país como Cardenal, monseñor Nicolás de Jesús López Rodríguez ha sentado huellas indelebles abriendo el camino a una iglesia Católica más fortalecida en términos de instituciones de servicio y de promoción de la fe, como nunca antes.

En paralelo a ese extraordinario trabajo de inspiración y deber pastoral, el cardenal López Rodríguez ha sido, desde las tres diócesis que ha dirigido en su carrera de 55 años en la iglesia, un dinámico y perseverante constructor de obras religiosas (monasterios, universidades, casas de oración y formación y de retiros, colegios e innumerables templos), a la vez que un dominicano defensor de la dignidad nacional, recto e insobornable.

Hoy celebra sus bodas de oro con el cardenalato y debe sentirse muy satisfecho de haber cumplido ante Dios el mandato misionero y ante su Patria el deber irrenunciable de defender sus valores y su soberanía, por encima de los escollos, intolerancias e incomprensiones que la mediocridad humana suele regar en el camino de los elegidos.

Bajo su cardenalato, López Rodríguez ha tenido el privilegio de recibir dos visitas del Sumo Pontífice al país, ser enviado especial papal a ceremonias relevantes en Europa y América Latina, ser presidente de la Conferencia del Episcopado Latinoamericano, miembro de discasterios de El Vaticano y su nombre fue mencionado entre los “papables” durante los cónclaves para escoger los sucesores de Juan Pablo II y Benedicto XVI.

Como Arzobispo de Santo Domingo, ha plasmado su sello personal en la creación de más de 270 parroquias en las veinte zonas en que se divide la arquidiócesis; ha ordenado a más de 200 sacerdotes diocesanos y religiosos y más de 150 diáconos permanentes; ha constituido cerca de 70 casas de religiosas, la mayoría de nuevas congregaciones; ha establecido 26 institutos seculares o asociaciones de vida consagrada, cinco seminarios, 65 centros de formación, 130 escuelas y colegios, 20 guarderias infantiles, 8 hogares de ancianos y 60 centros de salud manejados por religiosos.

Ha trascendido su obra pastoral con su constante presencia en el acontecer de la sociedad dominicana, hablando fuerte y firme toda vez que ha entendido necesario defender la causa por la vida y de los principios cristianos o “poner en su puesto” a los que han pretendido jugar con nuestra soberanía o con la dignidad de los dominicanos.

A sabiendas de que este estilo franco y directo causa escozor entre los enemigos de la iglesia, el cardenal López Rodríguez dice que “oro y bendigo a mis enemigos” y que no le preocupan mucho las críticas que pudieran hacerle, porque tiene muy presente las palabras de Jesucristo: ”Si a mí me han perseguido, también a ustedes los perseguirán”.

Para el LISTÍN DIARIO, que admira y respeta al cardenal López Rodríguez, es de muy alta satisfacción reconocerle sus méritos y sus desvelos en estas bodas de plata con un cardenalato fructífero, emblemático e histórico.

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