Santo Domingo 23°C/26°C thunderstorm with rain

Suscribete

EDITORIAL

Del tiranicidio a la dictadura del absurdo

Quitarse de encima al dictador Trujillo y a todo el entramado de poder omnímodo que representaba su régimen de 30 años, constituye el episodio histórico más trascendental del último medio siglo en nuestro país.

La conjura que culminó con la muerte a tiros del Dictador no solo sacó de escena a la figura dominante de la vida nacional, sino al orden imperante que asfixiaba la libertad y cualquier otra forma democrática.

A partir de entonces, la sociedad ha venido construyendo un modelo de democracia que acusa todavía algunas debilidades, pero que al menos constituye la base de la coexistencia social sin la coerción y el terror que imponen las dictaduras.

Pero demasiada libertad sin orden o demasiada libertad sin leyes que puedan ser respetadas es también una especie de dictadura de lo absurdo.

Y aquí, a 55 años del magnicidio, estamos siendo todavía pasivos ante este mal que se generaliza en la conducta de millares de delincuentes que matan más gente que en la misma dictadura y en una justicia que, ajustada a los marcos del código procesal, es floja e indulgente ante esos malvados.

Los conjurados en el plan de matar a Trujillo lo hicieron esperanzados en que un régimen injusto, exclusivista, reacio a toda disensión, diera paso a una democracia donde la gente pudiera trabajar y vivir sin estar sometida al yugo de la lealtad trujillista.

Donde hubiese libertad de empresa, libertad de hablar y criticar, donde hubiese libertad y seguridad para andar por las calles sin la solapada angustia de sentirse vigilados o en riesgo de cárcel, muerte o exilio por no estar de acuerdo con el régimen.

El modelo que estamos construyendo debe tomar en cuenta que aun no alcanza ni satisface las expectativas de todos aquellos que regaron su sangre heroica para redimir a este pueblo de aquella terrible pesadilla.

Tags relacionados