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EDITORIAL

El festín de los regidores

Los regidores derrotados de Santiago no quieren despedirse sin llevarse las migajas que le quedan al botín municipal y por eso traman la aprobación de un desproporcionado aumento de sus salarios y el del alcalde, en medio de la peor crisis financiera que registra el cabildo de la segunda ciudad más importante del país.

Este es un despropósito inadmisible, por oportunista y por inviable, que debe ser impedido de cuajo.

No tienen derecho ni los regidores ni el síndico de Santiago a disponer, en su propio provecho, alzas desmesuradas de sus salarios si durante todo el cuatrienio que les ha tocado gobernar el municipio han cosechado más fracasos que éxitos, dejando al cabildo endeudado en cientos de millones de pesos.

Con un déficit de esa magnitud y con un pobre registro de realizaciones en favor de los munícipes, el intento de subirse los salarios de 130 mil a 220 mil pesos para los regidores y de 265 mil a 485 mil pesos mensuales constituye una burla y un irrespeto a la comunidad.

No tienen derecho, tampoco, a comprometer las finanzas de la futura administración municipal, dizque con el alegato de que este aumento beneficiará también al alcalde y regidores electos, porque no se trata de un festín de repartos graciosos e injustificados, un premio que no se merecen.

Los millones de pesos que este pernicioso aumento que se cocina en el Concejo de Regidores representa en el gasto corriente del ayuntamiento merecen un mejor destino: el de invertirlos para mejorar el desastrozo servicio de recogida de basura, uno de los peores del país.

Si la sociedad permite que se juegue con los dineros públicos de esa manera y se impone la voluntad del Concejo de Regidores de aumentar los salarios, a ningún otro ayuntamiento del país se le podría impedir que hiciese lo mismo y caeríamos entonces en un manejo dispendioso de los recursos municipales, que nunca son suficientes para resolver las necesidades de sus respectivas comunidades.

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