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¿Para qué tantos observadores?

Hasta ahora, el montaje de las elecciones generales del 15 de mayo no ha suscitado dudas ni sospechas sobre la organización, transparencia y legalidad del proceso por parte de la Junta Central Electoral.

Sin embargo, las persistentes alusiones que hacen altos representantes del gobierno de Estados Unidos, que no de otros países, refiriéndose a la necesidad de una mayor pulcritud y sentido de libertad de los sufragios y su escrutinio, dejan la impresión de que ambos objetivos son de dudoso alcance.

De ahí su interés en acreditar a representantes directos del gobierno norteamericano en la lista de observadores internacionales, lo que la Junta Central Electoral y la propia Cancillería de la República han rechazado.

La Constitución y la ley electoral son muy claras en decidir quiénes pueden ser observadores de los comicios en los colegios electorales. Hasta ahora, la nómina de los acreditados es bastante alta, demasiado para un país que, proceso tras proceso, ha demostrado al mundo la calidad y legitimidad de sus comicios.

¿A qué venir ahora a arrojar dudas sobre un proceso sobre el cual los dominicanos, que son quienes deben decidir soberanamente, no han expresado ni evidenciado aprehensiones o temores de fraudes, manipulaciones u otros contratiempos con el voto ciudadano?

Con los observadores que tienen los partidos, las organizaciones de la sociedad civil, los diplomáticos invitados y la prensa libre que husmea por todos lados, ¿por qué fastidiar y presionar al Gobierno y a la JCE con la inclusión de más veedores, como por ejemplo los del gobierno de Estados Unidos, si ni por asomo hay tufos de peligros o trampas en las venideras elecciones?

La JCE ha hecho un excelente trabajo de logística y montaje de los comicios. Cada paso que ha dado en su cronograma de actividades ha sido a la vista y con el consentimiento de los partidos y ninguno de estos ha dudado o desconfiado de la capacidad de este organismo para cumplir con unos comicios libres, transparentes y legítimos.

En definitiva, a quien hay que rendirle cuentas es al pueblo soberano que ejerce su voto, no a nadie más, mucho menos a gobiernos extranjeros que no tienen por qué meter sus narices y sus pies en el ámbito estrictamente reservado para los dominicanos, como nadie lo hace en los suyos.

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