El tema migratorio explota por todos lados

Ninguna nación tiene capacidad para absorber, de golpe y porrazo, a millares de inmigrantes ilegales que lleguen hasta sus territorios, cuales sean las causas, sin exponerse a los graves dramas humanos que conllevan estas incursiones.

Primero, no puede disponer de fuentes de empleo ni alimenticias suficientes y a tiempo para dar un sentido humano y práctico a esa acogida.

Segundo, no cuenta con presupuestos excepcionales para sostener esos flujos por largo tiempo en sus territorios.

Y tercero, y no necesariamente son limitativos estos riesgos, no está preparada para una yuxtaposición de razas o nacionalidades distintas coexistiendo en un ambiente de costumbres disímiles y lenguas diferentes.

Estos tres elementos, y otros más, aparecen claramente configurados en la actual crisis migratoria a la que hace frente la Unión Europea y Estados Unidos, los primeros con los millares de refugiados de la guerra en países árabes y los segundos con los inmigrantes de México y Centroamérica.

El comisionado europeo para las migraciones, Dimitris Avramopoulos, ha predicho que el sistema migratorio puede colapsar en diez días si los 28 miembros de la UE no son capaces de articular un plan conjunto para manejar las cuotas de inmigrantes que llegan a sus fronteras, donde se incuba una tragedia humanitaria producto del hambre, la sed, la vida a la intemperie y el hacinamiento.

Estados Unidos, por su parte, ha pedido expresamente a tres presidentes de América Central, los mandatarios de El Salvador, Honduras y Guatemala, que se esfuercen en luchar contra la corrupción y la inmigración ilegal de sus ciudadanos hacia Estados Unidos.

El vicepresidente estadounidense, Joe Biden, que se reunió con los tres mandatarios en Washington, ha indicado que del esfuerzo que cumplan en esta dirección los países concernidos “dependerá la continuación de la ayuda” estadounidense hacia ellos.

Para la República Dominicana, que también enfrenta el fenómeno bajo una lluvia de mentiras y diatribas propagadas en la comunidad internacional sobre su trato a los inmigrantes haitianos, este es un excelente botón de muestra a la hora de defender a capa y espada su derecho soberano a regimentar su política migratoria sin que otros sean los que dicten los compases de esa marcha.

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