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Por un internet más seguro

La pornografía se ha enraizado tanto en las redes sociales del internet que ya no solamente es materia prima para alimentar lujurias de adultos, sino de niños y adolescentes que todavía son ajenos a los tremendos daños que causan tales aberraciones.

En la medida en que las escenas más crudas de sexo se difunden por las redes, al alcance sin trabas de nuestros menores, la sexualidad como función vital de los seres humanos va perdiendo su significación original, lo cual es contraproducente en edades tempranas.

Como los chicos están acostumbrándose, no que sonrojándose, a estas escenas en las que aparecen niños y niñas de sus mismas edades, las aberraciones pasan a convertirse en actos normales, para nada pecaminosos, que incitan a una sexualidad mal entendida y, por ende, más distorsionada.

Los padres y los maestros se dan cuenta ahora de que soslayaron el problema y dejaron a sus hijos menores que abrevaran en estas fuentes de la pornografía, bajo la irresponsable creencia de que sólo estudiaban o jugaban en sus computadoras, tablets o teléfonos inteligentes, o que eran muñequitos los que miraban por la televisión por cable en las madrugadas, mientras los adultos dormían.

Entre tantas consecuencias de esta dañina exposición están, ahora, las filmanciones o fotografías que los propios menores y adolescentes se hacen en escuelas y colegios o en otros lugares, como sus propias casas, para mostrar en las redes, o entre sus amistades en las redes, sus precoces ejercicios carnales, como algo divertido.

Por esas redes se cuelan, sin que a veces los mismos menores puedan descubrirlo a tiempo, los pedófilos o proxenetas que andan buscando seducir, engañar o instrumentalizar a los incautos, o mensajes (escritos o musicalizados) que invitan a los niños o adolescentes a rebelarse con el mundo, con sus padres y a ir contra las reglas sociales y abrazar causas e ídolos falsos.

Hoy es el Día Internacional del Internet Seguro, una iniciativa inspirada en el deseo de proteger a nuestros jovenes de múltiples formas de delitos y engaños que se incuban y se masifican a través de las redes sociales.

Con ese motivo, el Instituto Dominicano de las Telecomunicaciones y el Ministerio de Educación han programado talleres y otras actividades de orientación, lo cual es loable.

Pero hay que ir más allá de lo episódico y formular un verdadero programa, de caracter permanente, para evitar que esta corrosiva invasión de la pornografía y de insanas tendencias contaminen las mentes y conductas de los que están llamados a ser el futuro de la Patria.

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