El “blanqueo de series” de celulares
Un celular parece que vale tanto como un kilo de cocaína pura, pues de otro modo no se explicaría que los pistoleros que andan en motores sustrayendo estos aparatos lleguen al extremo de matar a sus víctimas, aún teniendo el botín entre sus manos.
Para llegar a este impensable desafuero de asesinar por un teléfono hay que buscar sus causas objetivas: evidentemente que el aparato es una pieza que los atracadores valoran y que, como mercancía de valor, hay mercado para ella.
Tal vez con cuatro o cinco celulares sustraídos en un día, con muertes por el medio, el atracador puede adquirir suficiente dinero como para continuar en ese “lucrativo” negocio.
Casi seguro que así sea, porque el jefe de la Policía Nacional ha dicho en el Desayuno del LISTÍN DIARIO que hay un entramado mafioso que “blanquea series” de celulares para poderlos reactivar y negociar.
Siendo así, y tomando en consideración que el robar celulares se ha convertido en una frenética adicción de los delincuentes, que hasta son capaces de matar para sustraerlos, hay que presumir que la mafia que los compra y los revende, aquí o fuera del país, es tan semejante y poderosa a la que trafica con drogas.
¿Tienen las autoridades la capacidad suficiente para desmantelar estas mafias?
Ante el auge de estos robos, las autoridades dispusieron hace pocos meses allanamientos a diferentes tiendas que vendían “teléfonos-macos” reactivados y confiscaron centenares de ellos. Parecía que la mafia, con estos operativos, estaba recibiendo un golpe mortal.
Pero los robos han seguido, esta vez, con más agresividad asesina por parte de los que andan en su “cosecha”, lo que revela que el entramado mafioso está alentando de ese modo una propensión delictiva que, a su vez, ha agravado la percepción de inseguridad en la ciudadanía, desafiando a la propia autoridad a cualquier hora del día y en cualquier lugar, sin miramientos.
Las cosas obligan a una acción más firme, dura, sistemática, para poner fin al robo desembozado de celulares con tiro de gracia incluido. Y en esto la Policía Nacional no puede cejar ni andar con paños tibios frente a todo aquel que se sospeche que anda en estos siniestros propósitos.