Un operativo justificado

El operativo policial para cachear a motoristas sospechosos está plenamente justifi cado, ante la epidemia de asesinatos perpetrados por parejas de delincuentes desde esos vehículos.

En el inicio mismo de ese operativo especial, un raso de esa institución fue emboscado y muerto a tiros por delincuentes que, precisamente, andaban en pareja en una motocicleta.

Otra víctima más de los que hemos llamado “asesinos motorizados”, que llevan ya en su haber criminal, en las dos primeras semanas del año, un catálogo de atracos y asesinatos que amerita una respuesta rápida, contundente y proporcional de las autoridades del orden.

Si esa es la modalidad imperante que han elegido los delincuentes, no podemos andar con paños tibios y dejarles el campo abierto para sus fechorías.

Si bien no todos los que andan solos o en parejas en motores son delincuentes potenciales, la Policía no puede cruzarse de brazos y actuar sólo cuando ya no se puede remediar la pérdida de vidas o los traumas físicos y emocionales que provocan los atracos y abusos cometidos bajo esa modalidad de acción.

En circunstancias como éstas, todo el mundo, lamentablemente, está bajo sospecha.

Lo que procede es que apuremos controles más efi caces y permanentes, como obligar a la regularización a todos aquellos que se mueven en motores, es decir, hacerlos entrar en la legalidad de lo que mandan las leyes de tránsito y dotarlos de matrículas y placas.

Y luego establecer un chaleco de uso obligatorio que permita identifi car de lejos la placa de dicho vehículo, a partir de la cual las autoridades pueden dar un mejor seguimiento a los casos de atracos o asesinatos que se perpetren desde motores.

Este sistema se utiliza en casi todas las capitales latinoamericanas y da resultados.

Los últimos operativos han permitido a la Policía recapturar a prófugos de la justicia, incautar armas ilegales y confi scar motores robados, así como detener a personas adultas que se mueven sin documentación o que tienen fi chas y asuntos pendientes con la autoridad.

El operativo debe seguir, sin desmayo, porque no podemos permitir que los “asesinos motorizados” continúen haciendo de las suyas libre e impunemente.