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Otros desafíos

Así como la tecnología ha cambiado nuestros estilos de vida, de igual manera ha impactado las formas y contenidos que por años constituían las bases de la educación o formación profesional de los ciudadanos.

De ahí que resulte prioritario un fuerte ajuste a ese modelo, para que responda a las necesidades del aparato social y productivo del país en lo que tiene que ver con la formación de nuestros futuros profesionales y técnicos.

Los cambios curriculares en la educación básica como superior no aguantan más demoras. Hay que robustecer las enseñanzas en materia de tecnología, ya que no existe al día de hoy una esfera del trabajo ajena al impacto de las modernas herramientas ni actividad humana al margen de ellas.

Las bajas califi caciones que acusa la mayoría de los egresados de las escuelas y universidades son una clara señal de que hay que proceder a reformas profundas para minimizar ese lastre, y parte del esfuerzo debe comenzar por mejorar la capacidad de nuestros maestros.

La idea de contratar profesores de profesores, que vengan de fuera, es plausible. Es preciso aprovechar las experiencias y conocimientos de formadores que provienen de países más avanzados en el campo de la educación, como punto básico para ir creando las condiciones del cambio en esta materia.

Tenemos muchos talentos formados en el exterior que no están brindando sus aportes al país porque no se ofrecen los alicientes ni las oportunidades para aprovecharlos, lo que hace que otros países sean los que mayores ventajas sacan a estos valiosos recursos humanos.

Hay que plantearse una seria política de atracción y aprovechamiento de esos talentos, mientras aquí reforzamos los niveles de la formación magisterial y asimilamos las tecnologías que efi cientizan los procesos de aprendizaje, producción y productividad de todas las fuentes en que descansa el desarrollo de una sociedad.

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