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EDITORIAL

Ha muerto un gran exponente de la música

Ha causado una gran consternación la muerte súbita del compositor y cantautor Fernando Echavarría, en la antesala de un escenario donde prometía reafirmar la excelencia artística que por muchos años caracterizó sus aportes al arte musical popular dominicano.

Víctima de un infarto fulminante, probablemente derivado del agravamiento de su diabetes, el artista cayó desvanecido casi a las puertas del escenario donde actuaría anteanoche y esa sola noticia impactó a todos sus seguidores, por la gran pérdida que representa para el mundo artístico.

Echavarría era el líder del grupo La Familia André, que selló un estilo propio de fusionar ritmos autóctonos y afroantillanos creando composiciones que asimilaban los más auténticos valores de las entrañas idiosincráticas nacionales y de otras culturas musicales, y que le valió aceptación tanto dentro como fuera del país.

Era un artista consagrado, un músico y compositor creativo, de rica imaginación, pero sobre todo un respetado y respetuoso exponente de la música popular, donde estas cualidades no suelen abundar.

No tuvo que valerse de alaridos, acordes inconexos o ruidosas composiciones, ni de lamentos guturales ni rebuznos, mucho menos malas palabras, para imponer la calidad y la aceptación de sus creaciones musicales en una sociedad que vive la transición entre géneros de buen gusto y de mal gusto, típicos, según se dice, de las nuevas corrientes de la modernidad.

Antes y ahora, sin embargo, La Familia André preservó sus altos sitiales de simpatía y aceptación y Fernando siempre fue reconocido como un músico que sabía insertarse en lo mejor de la innovación, sin perder las esencias del genero “fusón” que él creó.

Sus interpretaciones, las primeras y las recientes en el tiempo, siguen gustando y preservándose en la memoria de quienes admiraron y se deleitaron con ellas.

La muerte de Fernando Echavarría enlutece al país y a su clase artística, que siempre lo recordará como un gran exponente del arte musical popular y como un ciudadano amable, respetuoso y querido por todos.

Que tenga paz en la morada del Señor.

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