¿Partir en dos a Santiago?
La pretensión de crear un nuevo municipio en Santiago ha encontrado más opositores que adeptos, no sólo por las implicaciones naturales que supone la creación de estructuras paralelas de algunas instituciones del Estado, sino por sus visos de ilegalidad.
De pronto se observa que la fragmentación está siendo promovida al margen de la ley de ordenamiento territorial, que está bajo estudio del Senado, y en contradicción con la ley 176-06, que fi ja las reglas para la creación de nuevos municipios.
En todo caso, lo primordial es que predomine el mandato de la ley y que no se festinen las iniciativas destinadas al fraccionamiento de territorios, porque entonces se abriría una vía para nuevas divisiones, por más razonables que puedan parecer las motivaciones de quienes las desean y promueven.
Todo el empresariado de Santiago, junto a instituciones muy representativas de esa provincia, han formado un frente común contra esa pretensión, impulsada por varios diputados de esa demarcación que creen viable la creación del municipio Santiago Oeste que, al decir de los opositores, solo engloba 70 calles.
La capital dominicana pasó en su momento por esta experiencia, al ser dividida en tres municipios y un Distrito Nacional, teniendo una población de más de 3.5 millones de habitantes y una considerable extensión territorial.
Y no conformes con la magnitud de esa fragmentación, todavía aparecen señales del litoral político favorables a un desguace mayor de lo que ahora existe como Gran Santo Domingo.
En el caso particular de Santiago, la existencia de un plan estratégico de largo plazo aprobado por consenso de todos sus sectores, tras años de estudios y altos costos para su investigación y desarrollo, quedaría prácticamente violentada sin ninguna razón o fundamento válido.
Es preciso que se realicen nuevas vistas públicas en el Congreso y se revise con serenidad y con criterios ajenos a la gula de los partidos, los alcances reales o las justifi caciones reales y atendibles de ese proyecto, antes de festinarlo con una aprobación al vapor y con alto nivel de rechazo de la mayoría de los santiagueros.