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Un paso importante hacia la paz

El gobierno de Colombia y las guerrillas de las FARC han dado en La Habana, Cuba, el más concreto paso hacia la paz al suscribir un documento de propósitos e intenciones que debe conducir al fi n de sus confrontaciones bélicas.

La idea es que, al arrancar el proceso para la instauración de una justicia transicional que aplique sanciones a los responsables de crímenes de lesa patria, las partes fi rmen el ansiado acuerdo de deposición de armas, permitiendo a los miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) desmovilizarse e integrarse a la vida política.

Estos acuerdos llegan prácticamente tras 50 años de lucha permanente entre las fuerzas ordinarias del Estado colombiano y las guerrillas, que han signifi cado millares de víctimas, tanto en combates como en secuestros, en inumerables actos de terrorismo, en daños a la economía, en incremento de la producción de drogas y narcotráfi co y en un desasosiego general que no conduce a nada.

Solo el que conoce la guerra sabe el signifi - cado de la paz y a la luz de esa premisa queda plenamente justifi cado todo esfuerzo que realicen, tanto por las partes enfrentadas directamente como países e instituciones, para lograr un cese del estado de cosas que ha prevalecido en Colombia durante medio siglo.

Otras experiencias casi iguales pasaron a la historia luego de esfuerzos serios por fi - nalizar los confl ictos y fomentar un clima de paz. El mundo avanza en otras direcciones y no es posible que el reloj de la historia de Colombia siga paralizado todavía en ese largo y terrible interregno de la guerra.

Estamos en un tiempo de reconciliaciones.

Lo ejemplifi ca, en nuestro continente, el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos, por lo que ya no tiene sentido forzar las dinámicas de cambio de nuestros pueblos por la vía de la guerra, la sedición o el terrorismo, sino por el entendimiento, la cooperación y la solidaridad de todas las fuerzas representativas de una sociedad y, con ellas, la de los países de la región, que deben vivir en paz, en cooperación y unidos en la lucha común contra la pobreza, la inseguridad y otros males.

Saludamos este decisivo paso del gobierno de Colombia y de las FARC, que esperamos no sea malogrado por ninguna circunstancia.

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