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Un barrido que no aguanta más dilaciones

La Policía Nacional no puede permitir, bajo ninguna circunstancia, que algunos de sus agentes sigan perpetrando hechos graves, como los que recientemente han sacudido la conciencia de la ciudadanía y puesto en un hilo la confianza pública en esa institución.

La más dramática apelación para prevenir nuevos sucesos bochornosos la acaba de hacer una de las voces más altas y respetadas de la sociedad dominicana, monseñor Agripino Núñez Collado, quien ha pedido el desmantelamiento inmediato de las bandas de mafiosos que operan dentro de la Policía.

La misma percepción sobre las bandas internas la tiene también el Consejo Nacional de los Derechos Humanos, que atribuye su dirección a altos mandos de la Policía, lo cual de por sí constituye una gravísima denuncia.

El nuevo jefe de la Policía, mayor general Nelson Peguero Paredes, tiene de hecho un cheque en blanco que le da la sociedad para que proceda a un barrido masivo de agentes corruptos, criminales, sicarios y extorsionadores, y que no le tiemble el pulso para hacerlo.

Este es un clamor nacional y justamente para eso fue designado en el cargo por el presidente Danilo Medina, quien espera que a través de nuevas medidas en la estrategia de lucha contra la inseguridad ciudadana se esté marcando “un antes y un después” en ese esfuerzo.

El país no soportaría la repetición de actos indignos y osados en los que participen policías indeseables que traicionan su misión y manchan su uniforme al convertirse en violadores de la ley y en verdaderos peligros para la integridad y las vidas de los ciudadanos.

Conocedor de la vida interna y de la historia contemporánea de la Policía, su propio jefe tiene toda la capacidad para identificar las madrigueras y fumigarlas, tanto a los que la operan desde dentro como a los que las activan desde fuera. Y puede hacerlo, porque tiene el más amplio apoyo de la sociedad para que, en definitiva, proceda a esa depuración.

Si cupiera un aliento más elocuente, ahí está el mensaje de monseñor Núñez Collado pidiendole al mayor general Peguero Paredes que, sin importar quien o quienes sostengan esas bandas de malhechores, las desmantele “a como dé lugar”. Sin más titubeos, agregamos nosotros.

Es la confianza en la Policía lo que está en juego en estos momentos. Pero también, con ella, el propio andamiaje y fundamento de la seguridad nacional.

No puede admitirse dilaciones en este delicado punto en que se encuentra el plan de seguridad ciudadana. Para marchar bien, tiene que despojarse del peso negativo de las lacras que siguen adheridas en el cuerpo policial y marchar con toda firmeza y determinación en el combate a los delincuentes que han causado tanto desasosiego al pueblo.

¡Limpie, general, limpie ya! Se lo reclama un pueblo hastiado de tanta inseguridad.

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