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¡Limpie, general, limpie ya!

El envolvimiento de miembros de todos los rangos en el mundo delictivo está mellando aceleradamente la imagen y la confianza de la Policía Nacional, conspirando así contra todo plan de seguridad ciudadana que intente salvar el sistema del orden público en nuestro país.

Si bien el nuevo jefe de la Policía, mayor general Nelson Peguero Paredes, ha comenzado a establecer una nueva estructura de mandos y a poner al descubierto, y a disposición del ministerio público, a los agentes y oficiales que delinquen, el desafío que enfrenta su gestión es enorme. Pero esto no debe amilanarlo.

Para recuperar la confianza de la población en sus agentes, no basta que sea expedito en el sometimiento y expulsión de los malhechores que aún incuba la Policía, sino que se adelante a los acontecimientos ordenando una revisión de las hojas de vida policial de todos los miembros y ponga la lupa en aquellos que tienen antecedentes en la comisión de faltas graves.

La Policía tiene su propio sistema de inteligencia interna para saber cuáles agentes caen dentro de esta última categoría y cuáles son propensos a la indisciplina o a las coimas, y con ese cuadro a la vista está en capacidad de proceder a sacarlos de la institución, antes de que vuelvan a producirse bochornosos episodios en que agentes policiales atracan, matan, sirven de enlaces a los del crimen organizado para traficar con armas y drogas, o alquilan sus armas a civiles para cometer fechorías, como los acaecidos recientemente, que han conturbado al país.

El mayor general Peguero Paredes está imbuido del propósito de promover una Policía Nacional “eficiente, eficaz y efectiva”, y ese es justamente el deseo que tiene toda la sociedad: que la institución sirva para protegerla y para hacer valer la autoridad de la ley en el cumplimiento de las normas de convivencia ciudadana, no para atemorizarla ni debilitar en los ciudadanos la confianza que han de tenerle.

Con acciones puntuales, sistemáticas, inconfundibles, el mayor general Peguero Paredes puede mandar señales a la sociedad de que bajo su jefatura no tolerará excesos de sus miembros ni usará maniqueísmos para tapar malas conductas o contaminar investigaciones de sucesos graves con tal de apañar a los malhechores.

La Policía también tiene que demostrar eficiencia y eficacia en el combate a la delincuencia para que los malandrines perciban que la tendrán de frente y que con esto no se juega. Y esto es lo que deben saber los que, dentro de la institución, la traicionan con sus malos actos.

Ante la sensación que tiene la sociedad de que no está enteramente protegida por quienes están llamados a ella, en virtud de la ley y de sus rangos, al mayor general Peguero Paredes no le quedan más alternativas que apurar la limpieza interna, al costo que sea.

Limpie, general, limpie ya, que eso es lo que espera y desea la sociedad dominicana.

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