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EDITORIAL

Preparándonos para la contingencia

Bien temprano el gobierno ha comenzado a tomar las previsiones de lugar para proteger vidas y bienes durante el paso de Danny, y el resto del trabajo le toca ahora a la ciudadanía.

En las actuales circunstancias el país luce mejor preparado para este tipo de contingencias debido a que hay mayor alcance y fluidez en las comunicaciones instantáneas, lo que permite al ciudadano un seguimiento más cercano a la evolución de la tormenta.

De igual forma, la plataforma del sistema de emergencias 9-1-1. resulta un componente básico para articular los servicios de asistencia en cualquier lugar en que se requiera la llegada de brigadas o equipos de voluntarios.

Pero aun cuando estemos provistos de esta ventaja, lo básico es que la población acate las medidas elementales que sugieran las autoridades, sobre todo en los casos de residentes en zonas que pueden inundarse o registrar derrumbes.

La prioridad de salvar vidas no le cabe solo al gobierno y a sus medidas de precaución, sino a cada ciudadano que esté en condiciones de acoger y poner en práctica los consejos habituales en estos casos, sin incurrir en imprudencias o en excesos.

Estos fenómenos, por lo general, causan daños o múltiples inconvenientes, y esto lo sabemos de sobra. Y sabemos también lo que se debe de hacer antes, durante y después.

La clave está en no dejar que la adversidad nos cobre un saldo mayor del que puede evitarse.

Tal vez el único efecto benéfico que tendremos de Danny será su abundante suministro de lluvia, para ver si con ellas mitigamos un poco la grave falta de agua que venimos sufriendo en el país desde hace varios meses y nuestras tierras agrícolas puedan realimentarse y recuperar su fertilidad.

Preparémonos, pues, para recibir a Danny, más con beneficios que con pérdidas.

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