Atracos al por mayor y detalle

El LISTÍN abrió su vía online para captar las quejas de los ciudadanos afectados por atracos en distintos lugares, horas y circunstancias, y el saldo ha sido escandaloso: recibimos 347 reportes de tales sucesos.

Esos testimonios permitieron hacer una clasificación de los artículos que más apetitos le abren a los ladrones, como son los teléfonos celulares, por ejemplo, y las distintas modalidades que emplean para sorprender a las víctimas y despojarlas de sus bienes y, a menudo, de sus propias vidas.

Este es apenas el registro que hizo este diario, pero el que llevan las autoridades policiales y del ministerio público es todavía mayor, lo que nos da una aterradora idea de la magnitud de esta epidemia de atracos en nuestra sociedad.

Y, en verdad, el problema es más grande de lo que puede percibirse en estas estadísticas, pues el subregistro o el no registro de esos episodios debe ser todavía mayor.

Está justificado, de cualquier forma, el empeño del Gobierno por enfrentar la delincuencia, y se nos ocurre que una de las formas prácticas es difundiendo a la opinión pública, como lo hizo ayer el LISTÍN en un reportaje, las modalidades más comunes que utilizan los ladrones para atacar a sus víctimas.

Solo así, descubriéndolas, el ciudadano puede tomar mejores precauciones.

En países donde hay delincuencia de alto calibre, la información sobre posibles riesgos siempre está a la mano del ciudadano o del turista.

El catálogo de consejos que se ofrecen en los hoteles y otros lugares públicos permite al ciudadano andar más esquivo y preparado para reaccionar frente a los rateros.

Naturalmente, la mejor reacción es la no reacción. Porque al que se resiste, ahí mismo le dan el tiro de gracia.