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La Maternidad, dos botones de muestra

Un pase de revista a lo que ha acontecido en la Maternidad Nuestra Señora de la Altagracia, en los primeros cinco meses de este año, nos coloca de frente a dos realidades paralelas, realmente dramáticas.

Una es la de la considerable cantidad de jóvenes de 15 a 18 años que han sido embarazadas y que vuelven al hospital a seguir pariendo más. Y la otra es que de los 5 mil 777 partos realizados en ese hospital en estos cinco meses 1,411 corresponden a mujeres haitianas.

En el primer caso, lo más llamativo es que en un solo hospital hayan atendido a 2,270 adolescentes en su proceso de embarazo y que muchas de ellas ya han tenido experiencias con partos anteriores. Esto revela que hasta ahora ha sido poco lo que hemos logrado en la prevención de estos embarazos precoces.

Por la edad de las embarazadas, cabe presumir que aún no están preparadas ni aptas para asumir la responsabilidad de una correcta educación, alimentación ni protección de la salud de sus criaturas, porque la mayoría presenta bajo nivel de escolaridad, vida en ambientes precarios y bajo nivel educativo.

El destino de ellas y de sus criaturas queda, pues, en situación incierta.

En cuanto a las haitianas, el drama es mayor: vienen de un país donde el Estado es incapaz de garantizarles un adecuado proceso de parto y donde la miseria no le garantiza la vida a nadie, mucho menos a criaturas nacidas de madres pobres cuya buena suerte ha sido la de encontrar un país solidario que no les cobra por los partos.

Juntando ambas realidades, la de nuestras adolescentes iniciadas en el ejercicio sexual y la reproducción, y la de las haitianas que no encuentran en su país el espacio seguro para traer al mundo a sus criaturas, se descubre la vulnerabilidad en que se encuentran miles de mujeres cuyas vidas están marcadas, desde tan temprano, por estas duras experiencias.

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