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Sacando las cuentas del 2012

El 2012 termina hoy entre veredictos contradictorios de si fue bueno o malo para los ciudadanos, o para la sociedad en sentido colectivo. Cada quien que saque sus cuentas y sus resultados, en función de los factores que en este año afectaron, de una u otra manera, sus proyectos personales, sus metas de vida o sus contribuciones a la sociedad. De modo macro, a la sociedad también hay que examinarla bajo ese patrón. El devenir de la democracia y la economía son excelentes puntos de partida. En el primero, registramos fortalezas. En este año florecieron los movimientos populares afincados en redes sociales que, con su accionar, lograron que se aprobara el 4 por ciento del Producto Bruto Interno para la educación; que se afinaran las normas de la transparencia en el manejo de las cuentas públicas; que se mantenga alta la vigilancia y el combate a la corrupción y que haya más respuestas concretas ante la vorágine de la criminalidad, especialmente ante la ola de feminicidios que enluta al país. Fruto de esas demandas, hay en agenda una reforma policial y una nueva política de seguridad ciudadana y ha habido ya algunos ajustes, hechos por el nuevo gobierno, para mantenerse en sintonía con estas exigencias. Tuvimos unas elecciones libres y ejemplares, sin mayores contratiempos, lo cual es un signo de que valoramos ese camino para decidir el mecanismo de la alternabilidad en el poder. En el orden económico, basta echar una mirada al volumen de los beneficios de los sectores comercial, bancario, industrial y empresarial, en turismo y telecomunicaciones y en otras áreas, y al haber esquivado el contagio con los síntomas de otras economías en crisis en materia de desempleo y quiebras. Entre avances, rápidos o lentos, entre expectativas no satisfechas, hemos llegado al último tramo del 2012 observando la aplicación de un conjunto de medidas gubernamentales que prometen cambiar radicalmente muchas de las realidades con las que lidiamos en este y en los años anteriores, despertando un clima de esperanzas y de alientos para continuar, desde mañana, luchando por un mayor bienestar para todos nosotros. Que Dios nos permita ser una nación en progreso, en paz, en justicia y equidad, sobre todo en felicidad, en el 2013.

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