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Tomando en cuenta a los discapacitados

En una ciudad que prácticamente agrede al transeúnte, es estimulante el trabajo que está realizando la vicepresidenta de la República, doctora Margarita Cedeño de Fernández, para construir rampas para discapacitados en nuestras principales avenidas. Pocas veces se piensa en el peatón, en la gente de a pie, que se moviliza por nuestras calles. Si ni siquiera hay políticas para proteger a esos transeúntes o facilitarles su desplazamiento, mucho menos las ha habido para los discapacitados, para los que usan sillas de rueda o tienen que valerse de muletas y otros artificios para moverse. El caso de las rampas es un ejemplo. En un tiempo, los discapacitados reclamaron que se les tomara en cuenta y que se dispusiera que en las aceras capitalinas y de todo el país, así como en las nuevas construcciones de parques, plazas, edificios o centros públicos y también privados, se crearan estas rampas para facilitarles su movilidad. Los ayuntamientos, salvo excepciones, no han sido sensibles a esta solicitud. Y tal vez las rampas no se han construido porque a los sanos no les preocupa tanto padecer las limitaciones de los discapacitados. Aquí nunca se ha visto un movimiento público que canalice demandas en ese sentido. Es ahora, con el auspicio y el entusiasmo de la vicepresidenta Cedeño de Fernández, que el sector empresarial ha mostrado su disposición a cooperar para financiar rampas en los sectores más concurridos. Un estudio indica que se necesitan 44 mil rampas en la ciudad para extender estas facilidades de acceso a otras áreas desprovistas de ellas. Es una loable y útil iniciativa, que permite a la capital dominicana ponerse a tono con las demás grandes urbes que sí han tomado en cuenta las necesidades de los discapacitados y se esmeran en proveerles todas las facilidades posibles para que ellos, como ciudadanos, también puedan desplazarse por la ciudad sin tantas trabas ni riesgos.

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