enfoque

Obstinada persistencia

En un país como el nuestro, donde la gente es proclive a poner su dinero en apuestas, rifas, loterías y juegos de azar, sin detenerse a calcular las probabilidades de salir agraciado, algo como el bitcoin posee un atractivo natural. Si no hay más dominicanos que hayan adquirido esa moneda cibernética, se debe a que comprar una sola unidad cuesta varias decenas de miles de dólares, lo que excluye a la gran mayoría de la población. La curiosidad por saber cómo funciona, sin embargo, es acrecentada precisamente por lo caro que ha llegado a ser, siendo una de las principales interrogantes cuál ha sido la causa de que el precio de algo así, que no existe físicamente, haya llegado tan alto, batiendo cada cierto tiempo sus récords anteriores.

Se ha dicho que su éxito se debe a su ingenioso mecanismo de registro colectivo, que certifica que una persona ha recibido o adquirido una determinada cantidad de unidades, mediante una técnica que se conoce como cadena de bloques. Pero aunque este mecanismo tiene un enorme potencial para ser empleado en otras aplicaciones, no es el motivo principal de la persistencia del bitcoin y del alza en su precio. Son otras características, como el anonimato de sus propietarios, su transmisión instantánea, su opacidad para fines fiscales y, muy especialmente, la expectativa de que el precio continuará aumentando aunque haya grandes variaciones transitorias.

Se ha dicho también que el bitcoin es una forma de esquema piramidal, de ésos que son promovidos por alguien que atrae inversionistas prometiéndoles pagarles intereses exorbitantes, lo que dicho promotor hace por un tiempo con el dinero que consigue de nuevos incautos, hasta llegar a un punto en que el esquema colapsa y los que invirtieron último pierden sus ahorros. Es evidente que el bitcoin comparte algunos rasgos con esas infames pirámides, pero en su esencia es distinto.

Una de las más relevantes diferencias es que los inversionistas no son atraídos principalmente por los intereses que confían van a percibir, sino por la ganancia de capital que esperan obtener cuando el precio suba. Dado que esa ganancia sólo se materializa cuando el inversionista vende su tenencia de bitcoins, la expectativa de alza se mantiene mientras la mayoría de los propietarios los retiene sin salir a venderlos. Y como no hay intereses astronómicos que sirvan como señal de alarma al dejar de ser pagados, las caídas de precio pueden ser toleradas como acontecimientos pasajeros que eventualmente serán más que reversadas.

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