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REPORTAJE

El duro oficio de los carretilleros haitianos en el mercado fronterizo

A pesar de que en el mercado de Mal Paso se comercializa cerca del 70% de las exportaciones dominicanas hacia Haití, este se hace en el lodo.

Forma de vida. “Al día me gano unos cien gourdes (Cien pesos dominicanos y algo más de dos dólares)”, explicó Marcelle, que minutos antes había hecho su primer servicio. Trasladó en su carretilla una compra que contenía habichuelas, pastas, enlatados y otros comestibles a una marchanta.

Forma de vida. “Al día me gano unos cien gourdes (Cien pesos dominicanos y algo más de dos dólares)”, explicó Marcelle, que minutos antes había hecho su primer servicio. Trasladó en su carretilla una compra que contenía habichuelas, pastas, enlatados y otros comestibles a una marchanta.

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Ramón Pérez ReyesMal Paso, Jimaní

Antes de que el sol se atreva a poner sus primeros rayos sobre el lago Azuei o Sumatre, ya que su nombre depende de cuál lado se encuentre, y mucho antes de que se levante el primer centinela, ellos aguardan de manera impaciente del otro lado, detrás de las rejas.

Se colocan por orden de llegada. Hay un aparente orden. Todas las miradas están puestas en un solo objetivo: el gran candado del portón de hierro que sirve de límite a los dos países. Cuando abre el candado comienza el afán, el desorden. Termina el descanso para los miembros del Cesfront, los soldados del Ejército dominicano y las demás agencias del Gobierno, como Aduanas y Migración.

Es el inicio de un día de mercado en Mal Paso, en el límite terrestre de la frontera entre Haití y República Dominicana, y ellos son los carretilleros haitianos que tienen este oficio como única forma de vida.

Un ejército de hombres espera cada mañana del lado haitiano a que se abra la puerta, y de manera apretujada, cruzan al territorio dominicano para ofertar su servicio de carretillas a los pequeños comerciantes que tienen que cargar las mercancías de uno y otro lado de la línea divisoria.

“Al día me gano unos cien gourdes (Cien pesos dominicanos y algo más de dos dólares)”, explicó Marcelle, que minutos antes había hecho su primer servicio, trasladó en su carretilla una compra que contenía habichuelas, pastas, enlatados y otros comestibles a una marchanta.

Las marchantas son aquellas comerciantes haitianas que hacen pequeñas compras en este mercado, para luego venderlas al “pregón” en ciudades vecinas como Puerto Príncipe y Fonds Parisien.

Como Marcelle hay decenas de carretilleros que se ganan la vida en esta feria que se realiza cada lunes y jueves en la llamada “tierra de nadie”, por ser territorio neutral y justo a orilla del lago, por donde también los haitianos se llevan sus mercancías en botes o pequeñas embarcaciones.

Máxino Sócrates Méndez,

Un mercado entre el lodo A pesar de su importancia, este mercado atraviesa por múltiples problemas, desde su infraestructura hasta las trabas y burocracia de las instituciones del Estado, según explican los propios comerciantes.

El presidente del Consejo Provincial de Comercio, Elvis Pérez Medrano, dijo que el mayor problema lo confrontan con la aduana haitiana, que de manera antojadiza cambian “las reglas”, como la alegada veda contra varios productos dominicanos.

“Solo ponen veda para los productos que vendemos en este mercado, pero para los productos que ellos compran en Santo Domingo a los grandes industriales, para eso no hay veda”, dijo.

Se queja de la poca ayuda recibida del Gobierno dominicano.

“Esto nos afecta bastante, trabajamos con préstamos, y tu ves lo frío que está el mercado”, añadió.

Sobre la situación del local, después de la crecida del lago, que inundó todos los locales, refirió que por diferentes vías han solicitado su reparación.

“Parecemos cerdos aquí. Esto es inhumano. Una aduana donde pasa la mayoría de los recursos que obtiene el país y estamos bajo el lodo”, se quejó.

Explicó que cada comerciante de manera individual ha tenido que construir su local. Por su lado, el presidente del Bloque de Asociaciones de Comerciantes y Transportistas Fronterizos, Máximo Sócrates Méndez (Socratin), considera que es al Gobierno hacer las inversiones no solo en este, sino también en Elías Piña y Pedernales.

Recordó que fue la Unión Europa la que hizo el de Dajabón y Juana Méndez, pero ya no seguirá invirtiendo en esa área.

“El mayor problema que tenemos ahora es el de la aduana, porque está controlada por el sector privado, los comerciantes élites de Puerto Príncipe son los que controlan”, dijo el comerciante.

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