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ENFOQUE

Una mejor taza de café para el 2017

Trabajos. El sector privada labora en la experimentación genética y en el desarrollo de plantas resistentes.

Trabajos. El sector privada labora en la experimentación genética y en el desarrollo de plantas resistentes.

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Federico Jovine RijoSanto Domingo

El dominicano lleva el café dentro, como si fuera parte de su almaÖ de su historia, y siempre busca una excusa para tomarlo, o brindarlo, porque sabe que la mejor manera de recibir a alguien es con una taza humeante. El café fue durante décadas nuestro orgullo y también representó uno de los principales rubros de exportación del país, alcanzando nuestra producción importantes cuotas, tanto en extensión territorial de cultivo, generación de empleos, así como ingresos de divisas por concepto de exportaciones.

Este círculo virtuoso estuvo espoleado por la demanda de los países desarrollados sobre el grano local, por su calidad y notas distintivitas, así como por el consumo interno de un pueblo decididamente cafetero, lo que garantizaba mercado a toda la oferta.

No obstante, la estructura de producción agrícola, sustentada esencialmente sobre una base campesina minifundista, hacía que de las más de 1,600,000 tareas de tierra dedicadas al cultivo del café, en las cuales viven y subsisten más de 28,000 familias, el 95 % de los productores tuviese menos de 100 tareas (y el 40% apenas 8 tareas).

La configuración de la matriz productiva la hace muy vulnerable, no solo a las fluctuaciones del precio del producto, en razón de la oferta y demanda a nivel internacional, sino también a su capacidad de gestión (técnica, financiera y humana) y de hacer frente a cualquier externalidad (plagas, lluvias, sequías, etc.).

Precisamente eso pasó en 2011, donde luego de producir 500,000 quintales, las plantaciones se vieron expuestas a la broca y a la “fulminante” roya, un hongo que supuso la devastación del 70% de los cafetales, mermando la disponibilidad de grano en cantidad y calidad. Desde entonces y hasta el día de hoy, la importación del café ha sido la solución para poder garantizar el consumo del mercado.

Frente a esta realidad, el problema ha de ser convertido en una oportunidad. Desde hace años el Consejo Dominicano del Café (Codocafe) viene apoyando la regeneración de cafetales a partir de plantas resistentes a la roya, y brindando apoyo técnico e insumos a los productores; EGEHID desarrolla un programa de reforestación de cuencas hídricas con plantas de café y el IDIAF realiza estudios para seleccionar plantas adaptadas a nuestras condiciones agroclímáticas.

Por su parte, el sector privado cafetalero trabaja en el desarrollo de plantas resistentes y en la experimentación genética, con vocación de compartir dichos insumos con los productores del campo. Asimismo, diversos organismos de cooperación internacional formulan iniciativas de apoyo al sector, que promuevan la incorporación de prácticas agrícolas ecosostenibles que garanticen acceso a mercados preferenciales, a sabiendas del impacto en la reducción de la pobreza y su efecto multiplicador.

Estos hechos deben ser contextualizados con el anuncio del presidente Danilo Medina, quien declaró el período 2016-2020 como “el cuatrienio del agua”, noticias esperanzadoras para un sector que genera divisas y empleos, así como contribuye a la preservación de las cuendas altas de los principales ríos del país, ya que fuera de los límites de los Parques Nacionales, las plantaciones de café representan la mejor y más amplia cobertura de suelos de pendientes de nuestro país, y quizás la única actividad rentista sostenible que conocen los miles de dominicanos que habitan en estas zonas.

Esta conjunción de esfuerzos requiere en 2017 de más sinergias público/privadas, pero también de más apoyo presupuestario por parte del Gobierno a los organismos que implementan tales acciones, para que estos puedan disponer de más viveros que garanticen la producción de plantas de alta calidad para los productores e incrementar los capítulos de investigación para mejorar la variabilidad genética, a los fines de que el país pueda garantizar no solo un aumento sostenido de la producción, sino también una mejora en el perfil de taza del producto, de manera que se produzca más, pero con mejor calidad, y que podamos disfrutar de nuevo de ese café que ha sido nuestro motivo de orgullo por décadas.

¡Salud!

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