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INTELIGENCIA EMPRESARIAL

“Somos lo que consumimos”

Los griegos lo dijeron hace milenios: somos lo que comemos. Nutriólogos contemporáneos aclaran esa máxima estableciendo que somos lo que absorbemos a partir de lo que comemos.

En otras palabras, la efectiva absorción es la clave de una buena alimentación. Puede que comamos mucho, pero que absorbamos poco valor nutricional si, por un lado, no masticamos lo suficiente y nuestros jugos gástricos y enzimas no hacen su trabajo apropiadamente. Por otro lado, la baja absorción de valor nutricional se puede deber, simplemente, a que el alimento ingerido tiene un pobre valor alimenticio.

Similarmente no se trata de los títulos universitarios que poseas, ni de tu apellido, ni de la abundancia o escasez de dinero en tu cuenta de banco, ni del tamaño de tu biblioteca, ni de tus mentores o la multitud de experiencias de éxito y/o fracaso que has tenido a través de los años. Tu capacidad de crecer y trascender en los negocios, en la vida y en el más allá estriba, más bien, en cuanto valor empresarial y espiritual del contenido en tu recorrido existencial puedes absorber y emplear para a tu creador exaltar y a tu prójimo ayudar.

En esta era donde se le exige al individuo que tenga una “mentalidad abierta” debemos buscar un equilibro, de modo que nuestra mente no se convierta cual desagüe sin filtro. Para lograr ese equilibrio es preciso que funjamos como las membranas de nuestras células que gozan de una permeabilidad selectiva a través de la cual escogen aquello que entra y sale de ellas.

Así es, la membrana selectivamente permeable de nuestras células permite la entrada de las partículas que las benefician y le cierra el paso a las partículas que no representan un real valor agregado al bienestar celular. Específicamente, la entrada de partículas a la célula la determina el tamaño y carga eléctrica de las mismas. Si su dimensión es mayor que la de los poros de la membrana, se quedan afuera. Si su dimensión es igual o menor pueden pasar, pero solo si tienen una carga neutra u opuesta a la carga que corre a través de la membrana.

Al considerar la efectividad de ese sistema me siento compelido a emularlo a la hora de consumir, retener y desechar ideas, relaciones y oportunidades. En ese sentido es menester diseñar una membrana mental, espiritual y empresarial cuya permeabilidad sea selectiva en función de una misión, visión, vocación y principios claramente definidos.

Eso no significa de ninguna manera que debemos cerrarnos a la crítica y a la corrección. Todo lo contrario. Debemos tener fuerzas tanto endógenas como exógenas que mantengan nuestra naturaleza arrogante y egocéntrica en jaque, no sea que caigamos en un tranque donde por falta de orientación limitemos y/o no materialicemos nuestra visión de valor.

Con eso establecido, puntualizo que la absorción selectiva que aquí prescribo en lo que respecta al ejercicio empresarial es una cuyo criterio tome en cuenta los costos de oportunidad. Una que permita la entrada de lo pequeño que genera lo grande y descarte lo grande que ocupa mucho espacio para al final solo producir resultados relativamente pequeños.

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