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BIODIVERSIDAD

Áreas protegidas: un tesoro invaluable

República Dominicana es uno de los países de América Latina con mayores porcentajes (25%) de protección en superficie terrestre y, después de Costa Rica, es el que destina más fondos por hectárea a sus áreas protegidas.

República Dominicana goza de múltiples riquezas naturales. Playas, ríos, montañas y exuberantes bosques que fascinan a nativos y extranjeros. La infinidad de beneficios ecológicos, sociales y económicos que aportan estos recursos naturales es incalculable.

La biodiversidad es uno de los mayores tesoros de una nación y este país así lo ha entendido al resguardar bajo el Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SINAP) más del 25% de su territorio terrestre, distribuido en unas 124 unidades de conservación y a lo largo de aproximadamente 12,441 kilómetros cuadrados (km≤), de acuerdo a registros del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales correspondientes al 2015.

El SINAP incluye además una superficie marina superior a los 45,890 km≤. Estos datos ubican al país entre los países de América Latina que posee uno de los mayores porcentajes de espacios naturales bajo protección.

Según el estudio “El cambio climático y sus efectos en la biodiversidad en América Latina”, realizado por expertos de la Unidad de Cambio Climático de la División de Desarrollo Sostenible y Asentamientos Humanos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), los países con mayores porcentajes de protección en superficie terrestre (mayores al 20%) en la región son Costa Rica, Guatemala, Panamá, República Dominicana y Venezuela.

República Dominicana es además, después de Costa Rica, el país de la región que dedica más fondos por hectárea a sus áreas protegidas. Si bien no son datos actualizados, el informe documenta que en el 2010 el Estado dominicano destinó más de US$15,374 millones a su SINAP, un 46% proveniente del presupuesto estatal, 42% de la cooperación internacional y un 12% de los propios recursos del sistema.

Beneficios Las áreas protegidas son un santuario para plantas y animales, pero también hacen significativos aportes a la economía. Según el Atlas de Biodiversidad y Recursos Naturales de República Dominicana, en estas unidades de conservación están protegidas muestras representativas de gran parte de los principales ecosistemas y más del 90% de las especies de flora y fauna endémicas reportadas en el país.

También son consideradas como soluciones naturales que contribuyen a la mitigación y adaptación al cambio climático y a la reducción de riesgos extremos, como tormentas, sequías y aumento del nivel del mar.

Agua Las áreas protegidas albergan además la mayor parte de la cobertura boscosa y las cabeceras de las principales cuencas hidrográficas del país, que hacen un aporte significativo al desarrollo económico y social, a través del suministro de agua para el consumo, riego y generación de energía eléctrica, según destaca el Plan operativo anual 2016” del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales.

El Plan de Sostenibilidad Financiera del Sistema Nacional de Áreas Protegidas, elaborado en el 2014, establece que aproximadamente el 80% de la superficie protegida otorga protección a las cuencas productoras de agua del país.

Turismo El sector turístico también puede obtener múltiples beneficios de las áreas protegidas. Sin embargo, a diferencia de otros países, en este aspecto no se explotan a plenitud, pues las visitas de turistas nacionales y extranjeros no son significativas.

“El SINAP tan sólo captura una fracción del total de turismo nacional. Presenta una clara estacionalidad en su visitación, asociada a la dinámica del turismo como actividad económica”, señala el citado documento.

El referido plan documenta que durante el período 2010-2013 alrededor de 10.3 millones de turistas visitaron las áreas protegidas, extranjeros (85%) la gran mayoría, ya que la proporción de turistas nacionales se mantiene sumamente baja.

“El potencial de crecimiento de los ingresos está en ciernes, pero severamente limitado por las dificultades de la infraestructura y de los servicios disponibles en las áreas protegidas (desde la carencia total hasta una baja calidad de la infraestructura y servicios existentes), así como por la falta de productos turísticos que estructuren una oferta competitiva”, señala el documento.

Todo lo anterior expuesto es sólo una pequeña e intangible muestra de los incalculables beneficios que otorgan las áreas protegidas. Sin embargo, en el 2012 el valor económico de sus servicios ecosistémicos fue estimado en 4.3% del producto interno bruto (PIB).

Amenazas El Plan de Sostenibilidad Financiera del Sistema Nacional de Áreas Protegidas ofrece una información alarmante. Indica que alrededor del 42.2% de la superficie terrestre protegida está muy impactada o degradada.

Parte de las dificultades que enfrenta el SINAP, citadas en los documentos del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, son la ausencia de un plan de ordenamiento territorial, los incendios forestales (en más de un 85% asociados a prácticas agrícolas irresponsables) la agricultura migratoria de tumba y quema, la producción de leña y carbón, la ganadería extensiva y el corte ilegal de árboles forestales, indica el documento.

A lo anterior se suma la carencia de infraestructuras de vigilancia, de recursos humanos y materiales, la falta de infraestructuras de visitación y mantenimiento a las existentes para garantizar un uso adecuado de las áreas de conservación. Uno de los grandes retos es solucionar la situación legal de la propiedad de los terrenos.

Ojalá que estas carencias sean superadas para que República Dominicana pueda exhibirse ante el mundo como un país que resguarda sus tesoros naturales, cuyos aportes, como se ha visto, son invaluables. Por demás, esto va en consonancia con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y los planes gubernamentales de acabar con la deforestación y enfrentar los retos relacionados con la disponibilidad de agua.

((República Dominicana es uno de los países de América Latina con mayores porcentajes (25%) de protección en superficie terrestre y, después de Costa Rica, es el que destina más fondos por hectárea a sus áreas protegidas.

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