El poder de la imagen

No hay nada más valioso que la percepción que podamos tener acerca de alguien (persona, producto, empresa o gobierno). Para tener una buena reputación se requiere tener una buena imagen pública. La imagen es el resultado de muchas interacciones externas a la persona que causan un efecto interno en la mente del individuo gracias a la cohesión de las causas que lo originaron. La imagen da lugar a un juicios de valor, en donde lo percibido, será aceptado como una realidad propia ya sea en rechazo o aceptación, de acuerdo a nuestra experiencia y caja de valores (principios, normas, tradiciones, etc.) con la que contamos. Gozar de una buena imagen va más allá de una buena comunicación verbal o “delivery” en una alocución frente a una audiencia. Se da de manera espontánea, no se planea y es imposible no mostrarla pues esta estrechamente relacionada con el portador de la misma.

Una buena imagen se puede construir lo hemos visto en celebridades, atletas, empresarios, políticos, instituciones y hasta gobernantes. Proceso que requiere investigación, arduo trabajo y toma tiempo. No es el resultado de acciones positivas de la noche a la mañana, esta supeditada a un diseño de estrategias bien pensadas para poder transformar ese imaginario popular existente en la mente de las audiencias de lo ya vivido, a lo que deseamos sea percibido.

Va más allá de la apariencia física, la forma de vestir, de hablar (palabras y manera de expresarlas), capacidades profesionales y talentos. Un buen lenguaje corporal puede servir para crear una imagen en un momento determinado de credibilidad y confianza. Sin embargo, estará atado a nuestro accionar e historial previo.

Danilo Medina, en su gestión como presidente ha alcanzado niveles de aprobación que, según sondeos nacional e internacionales (ej. Mitofsky, Barómetro de las Américas, etc.) lo hacen el presidente con mayor índice de popularidad de América Latina de los últimos tiempos.