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Yolas hacia Haití “una vuelta” contra la veda

En Malpasse, una zona que divide el límite fronterizo entre Haití y República Dominicana, se desarrolla un activo comercio binacional.

A la crisis generada en el mercado binacional, que cada lunes y jueves se realiza en este municipio por la veda que el gobierno de Haití le puso a 22 productos criollos, los comerciantes haitianos “le buscaron una vuelta”.

Los haitianos, pero sobre todo “las marchantas”, están utilizando el lago Azuei para el transporte de las mercancías, que compran en el Malpasse. En este lugar, llamado también “tierra de nadie” por estar situado en los límites fronterizos entre Haití y la República Dominicana, se produce un activo comercio.

Las “marchantas” son aquellas comerciantes que vienen a comprar a este mercado para luego hacer el oficio de “revendonas”, y en puestos fijos o con sus canastas en las cabezas salen desde tempranas horas de la mañana a recorrer las calles de cualquier pueblo o incluso de las ciudades para ofertar sus productos, que en la mayoría de los casos se caracterizan por ser frutas y vegetales.

La veda entró en vigor el 1 de octubre de 2015, ordenada por el Gobierno del entonces presidente, Michel Martelly, a petición del Foro Económico del sector privado de Haití, que agrupa a algunas de sus principales empresas.

“Es que una yola carga igual que un camioncito Daihatsu: a una yola se le pueden poner cien quintales de carga y no tienen que pagar impuestos aduanales”, narró Máximo Sócrates Méndez (Socratín), presidente del Consejo de Comerciantes de Malpasse.

Agregó que anterior a la veda no se recurría a ese tipo de transporte para los productos de origen dominicano que iban a Haití.

Las yolas en el lago Azuei originalmente solo se utilizaban para el transporte del carbón que se producía en las comunidades dominicanas, como las 38 y las 40, actividad que fue publicada en un amplio reportaje de LISTÍN DIARIO.

Impuestos El líder comercial reveló que otra forma es que en los camiones llevan una cantidad reducida de mercancías, y así se evita el pago aduanal.

“Los comerciantes que vienen al mercado no son de China, no son de EE.UU., son haitianos, que también tienen familiares o amigos en la aduana haitiana, que también son gente pobre, y se le busca la vuelta”, narró Méndez. Apuntó que cerca de dos millones de personas y miles de familias se benefician de este mercado, incluido los propios aduaneros y pequeños comerciantes que están en los pequeños comercios en Haití.

Afirmó que aunque los grandes industriales del otro lado de la isla se opongan a los mercados fronterizos, siempre van a existir como medio de subsistencia para las grandes mayorías.

Medidas fallidas Sócrates Méndez considera que es un error la medida de Haití de solo recibir por barcos o aviones los productos dominicanos.

Puso por ejemplo que llevar una carga de harina toma unos 15 días en barco, debido a los pasos que hay que cumplir, mientras que en un camión patana se hace dentro de 24 horas.

“Además del costo, la inversión: hay que tener almacenes en los muelles”, narró.

Crecida “El tema de la crecida del lago de Haití fue diez veces más grande que la veda, para nosotros. Un día dormíamos y al otro día el lago subía un pie y teníamos que cambiar los productos y subir las puertas” dijo.

Si pudimos con ese tema, con la veda, con Dios adelante, en su momento le buscaremos la vuelta.

Reveló que la harina de trigo y las pastas son los de mayor demanda por haitianos, junto a los vinos tintos, las cervezas tipo malta y la sémola de maíz ( chen-chen).

((Frontera COMERCIANTE PIDE MAYOR APOYO El dirigente comercial pidió al Gobierno apoyo para los mercados fronterizos.

Dijo que el mayor problema que tiene es la informalidad, lo que impide hasta llevar las estadísticas de compra y venta en esos lugares. Atribuye la situación a que son negocios pequeños y muy jóvenes. Por eso cree que el gobierno debe darle las gracias a través de la Dirección General de Impuestos Internos (DGII).

“Gracias a Dios el lago bajó y nos está dejando trabajar. No tenemos susto”, cuenta. Se quejó de que esa ocasión no recibieron el apoyo del Estado, aunque se construyó un relleno.

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