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ENFOQUE

El río como fuente excepcional de transformación urbana

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Julia García TáboraSanto Domingo

Quien ha tenido el privilegio de vivir en un entorno urbano bañado por un río o fuente fluvial, conoce el extraordinario potencial y versatilidad que ofrece este tipo de espacios como motor de desarrollo ambiental, económico y social. Son numerosos los ejemplos de ciudades en los diferentes continentes que han sabido aprovechar este recurso hídrico como arteria principal de las comunicaciones, entendiendo el río como espacio de incalculable valor para la eclosión de la vida social, el turismo, los negocios y, por supuesto, del ecosistema.

Por eso llama la atención que esta concepción del río como fuente de desarrollo se sienta tan lejana en la ciudad de Santo Domingo, que si bien en los últimos años se ha modernizado en lo que a infraestructuras urbanas se refiere, no ha sido capaz hasta el momento de valorar las oportunidades de transformación que suponen dos de sus máximos exponentes del patrimonio natural: los ríos Ozama e Isabela.

Navegar por las cuencas bajas de ambos ríos es contemplar un paisaje desolador, donde la alta contaminación, el cúmulo de viviendas hacinadas, las miles de familias que habitan en ellas en situación de alto riesgo, y la arrabalización generalizada, son los protagonistas permanentes. Sin embargo, tal y como ha sucedido en otras ciudades que hoy son ejemplo para el resto del mundo, es posible revertir esta situación, pero para ello es imprescindible una convicción profunda sobre el gran valor de ambos ríos y su entorno, y la suma de políticas públicas e iniciativas privadas para lograr que río, ciudad y vida convivan de manera sostenible y saludable, siendo punta de lanza para el progreso de país.

En la ciudad de París, por ejemplo, el río Sena fue durante muchos años una vía fluvial con altos índices de contaminación, fundamentalmente por el impacto industrial y la recepción de las aguas residuales domésticas. Luego de que las autoridades determinaran la necesidad de proteger este entorno estratégico para la capital francesa, se realizaron inversiones para la construcción de plantas de tratamiento, se aplicaron multas a las fábricas y empresas que vierten residuos al río, y se fijó un incentivo para aquellas personas que habitan en su entorno y no lo contaminan.

Hoy en día el río Sena es uno de los principales atractivos naturales del país, con 30 especies de peces en su ecosistema y con una excepcional presencia turística, gracias a las posibilidades que ofrece a los visitantes, como recorridos en barco, zonas ajardinadas, carril para bicicletas, zona deportiva, etc. Indudablemente, esta rehabilitación se ha traducido en importantes ingresos económicos para el país.

En el Londres de los años 50, el río Támesis fue declarado biológicamente muerto. Sin embargo, al día de hoy es uno de los recursos fluviales más admirados y reconocidos por su integración urbana y ambiental, y a la capacidad de recuperación de la fauna y flora que ha presentado en los últimos años. Este aparente “milagro” se debió a la instalación de plantas de tratamiento de aguas residuales y a la supervisión y control de los pesticidas y fertilizantes que afectaban gravemente la calidad del agua. Estas políticas ambientales, sumadas a una progresiva conciencia ciudadana sobre el alto potencial del agua y su entorno, han llevado a que hoy en día el Támesis registre más de 120 especies marinas y sea una de las áreas con mayor diversidad y mejor valoradas del Londres.

Cabe destacar también el caso de la ría de Bilbao (España), que ha sido protagonista de un plan de rescate enfocado principalmente al aprovechamiento de las oportunidades económicas del entorno, con el fin de reducir las altas cifras de desempleo que presentaba la ciudad. Para ello, la administración pública implementó acciones de renovación de las rondas de la ría, limpieza y saneamiento de las zonas industriales, aumentó la oferta de servicios en colaboración con el sector privado y logró, finalmente, generar mayor actividad económica en la zona, aumentando significativamente la generación de empleos locales.

También en España, merece especial atención el caso del río Llobregat, en Barcelona, donde se ha desarrollado un plan de recuperación que logró rescatar esta vía fluvial como un espacio verde conectado a la ciudad y su entorno. Para ello, fue decisiva la visión del río como entidad viva y cambiante, como espacio natural y de convivencia urbana para los ciudadanos, donde las premisas fueron el respeto al medio ambiente y la conexión de los dos márgenes del río con acciones que generaron la mayor accesibilidad posible. A través de este plan se dio apertura a nuevos caminos peatonales, carriles de bicicleta y zonas verdes, de forma que los ciudadanos pasaron de vivir de espaldas al río, a convivir en él como núcleo natural de actividad.

Estos ejemplos son testigos vivos de que la recuperación de los ríos en entornos urbanos no solo es posible, sino que supone la mejor de las oportunidades para el crecimiento sostenible de la ciudad y la consecución de una alta calidad de vida para sus habitantes. Del mismo modo, los ríos Ozama e Isabela esperan por una intervención integral que vaya de la mano de las instituciones, del sector privado y del conjunto de la sociedad, para que definitivamente podamos hablar de Santo Domingo como una ciudad desarrollada, moderna y saludable al servicio de sus ciudadanos.

La autora es periodista y consultora de comunicación

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