enfoque

Restricciones parciales

Los economistas no disimulan su envidia por las posibilidades que los investigadores en ciencias como la física, la química, la biología y la medicina tienen para llevar a cabo experimentos controlados. Desearían poder efectuarlos ellos también, observar sus resultados y comprobar o descartar la validez de sus supuestos y sus teorías. Por ese motivo, se apresuran a aprovechar cualquier oportunidad que aparezca para estudiar procesos sociales que provocan consecuencias económicas significativas. Procuran de esa manera extraer enseñanzas que les permitan formular principios aplicables en circunstancias similares, pudiendo entonces elaborar predicciones más certeras, y presentar recomendaciones con mayores probabilidades de ser exitosas.

En algunos casos, esas oportunidades surgen debido a situaciones deplorables. El interés de los economistas por no dejarlas pasar no implica que estén complacidos porque existan, de igual forma que el análisis que los geólogos hacen de los terremotos no quiere decir que se alegren cuando uno ocurre.

Un ejemplo de tales situaciones son los inmensos perjuicios causados por la adicción al tabaco, tan cuantiosos que gobiernos alrededor del mundo han tenido que tomar medidas dirigidas a restringir su uso. A ese respecto, las disposiciones que se discuten en Inglaterra para impedir que los jóvenes caigan en el hábito de fumar constituirán, si son puestas en marcha, un interesante medio para constatar la eficacia de restricciones parciales sobre el consumo de un producto.

Partiendo del resultado de investigaciones médicas que revelan que la mayoría de los usuarios comienzan a fumar durante su juventud, la propuesta contempla prohibir la venta de artículos de tabaco a los jóvenes, aumentando anualmente un año a la edad mínima requerida para poder comprarlos legalmente, lo que significa que quienes no estuvieran autorizados para comprarlos cuando la ley entrara en vigor, nunca llegarían a poder hacerlo. Los negocios que infrinjan la prohibición serían penalizados, incluyendo por la vía de multas impuestas tan pronto la infracción sea detectada.

El carácter parcial de la restricción proviene de que aunque la venta sería penalizada, no habría ninguna sanción para los jóvenes por debajo de la edad mínima que fuesen encontrados fumando. Y también se debe a que los que superen el mínimo podrían adquirir esos productos legalmente, y pasarlos a los que no pueden comprarlos. En ese sentido, señalan varios economistas, el efecto restrictivo tendería a manifestarse sólo a mediano plazo, a medida que la edad mínima se eleve y vaya disminuyendo el porcentaje de la población que cumple con el requisito de edad.

Como era de esperar, los sectores involucrados en la producción y comercialización de tabaco y sus derivados se oponen vigorosamente a la medida. Y cuentan con el apoyo de una minoría de miembros del parlamento, mayormente conservadores. La propuesta, no obstante, ha sido bien recibida por círculos de opinión y amplios segmentos de la población.

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