SIN PAÑOS TIBIOS

La guerra a la basura

Los civiles se deleitan con el argot militar, al punto que palabras de la jerga castrense pasaron al vocabulario de la gerencia, el mercadeo o el multiverso coach: estrategia, táctica, inteligencia, punto focal, cobertura, vanguardia, logística, daños colaterales, etc. Así, desde el pasado 24 de abril, fecha en que tomaron posesión las autoridades municipales electas, se lee en medios y redes sobre alcaldes que le han declarado la “guerra a la basura”, haciendo que uno sienta como si estuviera viajando al pasado, o peor aún, como si nunca hubiera salido de él.

El problema de la recogida de basura en las ciudades ha sido recurrentemente ventilado desde hace décadas, al punto que, en el imaginario colectivo, el trabajo de una alcaldía es ese, recoger basura; y, en función de qué tan bien lo haga será evaluado su desempeño, quedando relegadas muchas de sus importantes funciones –en tanto gobierno local–, como ordenar el territorio, garantizar espacios de esparcimiento, mantenimiento de vías, drenajes, etc.

Sin embargo –quizás porque a los dos días hiede–, la basura es la principal preocupación de los munícipes y el mayor quebradero de cabeza de los alcaldes, y a esta realidad no escapan las nuevas autoridades. Las imágenes están ahí. Algunas tan vergonzosas como las que precedían a la juramentación de Junior Santos en Los Alcarrizos, donde una montaña de basura le aguardaba justo frente al palacio municipal; o a Ulises Cabrera en Santiago; Betty Gerónimo en Santo Domingo Norte; o, el más emblemático, Dio Astacio en Santo Domingo Este. Todos ellos –y muchos más– han declarado una guerra a la basura, y cabe preguntarse, ¿cómo se pudo llegar ahí?

Más allá de que hay un serio problema de educación en una ciudadanía que ni quiere pagar por el servicio de recogida –porque entiende que debe ser gratuito–, ni echa la basura en los zafacones existentes, sino que lo hace donde quiera; también las alcaldías han desmejorado en el servicio de recogida –una obligación a su cargo–, justo cuando la ley No. 225-20 sobre gestión integral de residuos sólidos se está implementando, y que, desde el Fideicomiso DO Sostenible operan de manera exitosa los sitios de disposición final de Dajabón, Baní, Higüey, Santiago, San Francisco, Boca Chica, Gautier, Punta Cana, y hay en marcha más de 23 intervenciones de cierre y regularización de otros. De forma que, a nivel de disposición final el gobierno central está haciendo su trabajo, pero, a nivel de gobiernos locales, las alcaldías van a su ritmo y, en el caso de las salientes, algunas sencillamente dejaron de recoger basura semanas antes del cambio de mando, quizás a manera de castigar a los munícipes por haberle negado su voto.

Más allá de la incompetencia, negligencia y crimen municipal que esto representa, es una pena que en 2024 estemos enfrentando los mismos problemas de siempre, como si no hubieran recursos, logística y equipos para hacerlo, como si sólo nos faltara decisión, capacidad, coordinación y voluntad.

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