El liderazgo de relevo

Se les imaginaba apáticos y políticamente aletargados, muy distantes del epicentro de un sistema partidario en vías de quiebre.

La sensación de que los jóvenes de la generación del internet rehuían del compromiso de entrar a la vida política, parecía verosímil.

Desde la caída de la dictadura de Trujillo en 1961, los jóvenes que lucharon contra las viejas estructuras para construir la democracia, en su mayoría, han seguido enrolados en el sistema partidario.

Con ese legado, pero más que nada con un profundo apego a sus puestos en las cúpulas, llegaron a levantar una muralla impenetrable que dificultaba el ingreso y la participación relevante de los jóvenes del relevo.

Sobre todo de las mujeres, a las que ha debido de dárseles, por ley, el espacio que se merecen para poder aspirar y demostrar unas capacidades de liderazgo con una cosmovisión distinta a la de los viejos mastodontes.

Los tiempos han cambiado y ya se han ido borrando los paradigmas ideológicos que los dividían entre revolucionarios (izquierdistas) o conservadores (derechistas).

Ahora ha quedado abierta una puerta para el acceso de una generación que, como aquella de los sesenta, pugnaba por cambiar el modelo imperante.

Se percibe que nuevos actores jóvenes están entrando en escena para ir subiendo dos peldaños: el de ganar puestos de liderazgo y candidaturas en partidos esclerotizados, y luego lanzarse a la transformación profunda del sistema.

El Listín ha podido percibir las señales claras de este fenómeno, a través de las diferentes entrevistas con candidatos presidenciales y vicepresidenciales en los desayunos “De cara al elector”.

Se cuentan por centenares los candidatos menores de 35 años que aspiran a curules congresionales y otros que lograron alcaldías y regidurías en las pasadas elecciones.

La gran siembra está en los llamados partidos emergentes, cuyas ofertas de gobierno lucen más novedosas y avanzadas que otras que parecen un “copia y pega”, con ligeras variaciones, de los programas de gobierno para tiempos ya desfasados.

En un tiempo en el que las redes sociales se vuelven masivas generando polarizaciones en las audiencias con temas nuevos de controversia, los jóvenes de hoy, más conectados con esa realidad y más hábiles para el manejo de las tecnologías, procuran legítimamente su espacio.

Ya les toca.

La sociedad reclama un reencauzamiento de su democracia, un cambio de arriba a abajo para institucionalizar el país, imponer la cultura del consenso y acabar con las estafas y la corrupción administrativa.

Y esto es lo que prometen los jóvenes que hoy están aspirando al relevo político, distinto a los de otros estratos a los que una sociedad corrompida moralmente los empujó hacia los vicios, el crimen, el parasitismo para buscar dinero fácil y rápido.